En esta entrada haré un resumen del artículo Los jóvenes y adolescentes comparten la lectura, de Gemma Lluch, parte de la publicación ¿Cómo leemos en la sociedad digital? Lectores, booktubers y prosumidores, de la Fundación Telefónica.
El artículo comienza planteando cómo ha cambiado el consumo de la lectura gracias a los jóvenes, que han creado nuevos espacios de lectura compartida en la red, propiciando un cambio de paradigma de la lectura. Los jóvenes han creado espacios sociales en los que compartir sus libros preferidos, socializando la lectura y enfrentándose a las tradicionales lecturas obligatorias o "libres" recomendadas por profesores.
Estos espacios en los que se mueven los adolescentes propician el diálogo entre seguidores de autores u obras. El lector se convierte en autor, a su vez, al generar nuevos textos relacionados con dichas lecturas, dando lugar a un nuevo ecosistema de la lectura. Los blogs, foros, redes sociales y booktubers se han convertido en los nuevos prescriptores de lecturas.
Lluch obtiene, a partir de una muestra, datos del perfil del joven lector y la tipología de su consumo, desvelando varias cuestiones interesantes. Por una parte, los datos muestran que la mayoría de administradores de espacios de lectura son mujeres. En cuanto a la identidad de los participantes, si bien hace un tiempo lo habitual era que se ocultasen tras un pseudónimo, en la actualidad existe una tendencia a mostrar nombre y apellidos. Sobre el consumo de lectura, todo apunta a que los libros se consideran "demasiado caros", por lo que muchos de los participantes recurren a las descargas gratuitas y, cuando pagan por los libros que consumen, lo hacen principalmente a través de Amazon. Los títulos preferidos suelen ser sagas, entre las que destacan Harry Potter y Memorias de Idhún.
Sobre las influencias a la hora de escoger una lectura, la gran mayoría responde que la más importante son otros lectores –iguales– y que las recomendaciones en muchos casos se obtienen a través de la red social de lectura Goodreads. El papel de los adultos se diluye, ya que las recomendaciones las hacen estos iguales a través de la red, de forma que la lectura se asocia más con el ocio que con el trabajo o los estudios –lecturas que suelen ser prescritas por adultos–.
El artículo comienza planteando cómo ha cambiado el consumo de la lectura gracias a los jóvenes, que han creado nuevos espacios de lectura compartida en la red, propiciando un cambio de paradigma de la lectura. Los jóvenes han creado espacios sociales en los que compartir sus libros preferidos, socializando la lectura y enfrentándose a las tradicionales lecturas obligatorias o "libres" recomendadas por profesores.
Estos espacios en los que se mueven los adolescentes propician el diálogo entre seguidores de autores u obras. El lector se convierte en autor, a su vez, al generar nuevos textos relacionados con dichas lecturas, dando lugar a un nuevo ecosistema de la lectura. Los blogs, foros, redes sociales y booktubers se han convertido en los nuevos prescriptores de lecturas.
Lluch obtiene, a partir de una muestra, datos del perfil del joven lector y la tipología de su consumo, desvelando varias cuestiones interesantes. Por una parte, los datos muestran que la mayoría de administradores de espacios de lectura son mujeres. En cuanto a la identidad de los participantes, si bien hace un tiempo lo habitual era que se ocultasen tras un pseudónimo, en la actualidad existe una tendencia a mostrar nombre y apellidos. Sobre el consumo de lectura, todo apunta a que los libros se consideran "demasiado caros", por lo que muchos de los participantes recurren a las descargas gratuitas y, cuando pagan por los libros que consumen, lo hacen principalmente a través de Amazon. Los títulos preferidos suelen ser sagas, entre las que destacan Harry Potter y Memorias de Idhún.
Sobre las influencias a la hora de escoger una lectura, la gran mayoría responde que la más importante son otros lectores –iguales– y que las recomendaciones en muchos casos se obtienen a través de la red social de lectura Goodreads. El papel de los adultos se diluye, ya que las recomendaciones las hacen estos iguales a través de la red, de forma que la lectura se asocia más con el ocio que con el trabajo o los estudios –lecturas que suelen ser prescritas por adultos–.
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